Blogia
laturanomelaponedura

LIBERTAD

¡Que gran palabra esta y cuánto se ha luchado por ella!, resulta increíble, pues, que en realidad muy pocas personas la deseen.

 

Y es que el ejercicio de la libertad, entendida esta en un sentido amplio, es algo extraordinariamente complicado y que lo cierto es  que  suele causar más dolores de cabeza que otra cosa.

 

De hecho una de las crisis que tiene todo ser humano al llegar a la adolescencia consiste en abordar esta cuestión, abandonar una realidad en la que  le decían lo que tenía que hacer para enfrentarse a otra en la que será él quien tome decisiones (o así lo crea,  que para el caso es lo mismo).

 

Por eso una gran mayoría prefiere abrazar creencias, ideologías o grupos sociales que les liberen de esa tarea ciclópea,  abandonando así y como ya dijera el famoso Rector de la Universidad de Cervera, la funesta manía de pensar.

 

Como ya mencioné en posts anteriores, esta cuestión era profusa y extensamente analizada por Julian Jaynes en la obra citada:  El Origen de la Conciencia en la Ruptura de la Mente Bicameral, el hombre añora a esos dioses que hablaban a los antiguos porque esos dioses le decían lo que tenía que hacer: el ser humano, pues, en general, no desea la libertad sino que realmente la detesta aunque sea algo que muy pocos reconocerían.

 

El éxito de las religiones, de la política, de las tribus urbanas y, en definitiva, de cualquier estructura grupal o social por encima del propio individuo son más de lo mismo, el individuo, en general, prefiere diluirse en lo política o socialmente correcto, integrarse en un grupo mayor que le permita seguir las directrices ajenas; si hace lo que se espera que haga o sigue las pautas que directa o indirectamente se le proporcionan, su vida será más llevadera y feliz.

 

En propias carnes he pagado el agotador precio de intentar ejercitar mi libertad, al menos de pensamiento, porque en otros aspectos es obvio que hoy en día el concepto libertad es aún más ilusorio que el concepto pasado-presente-futuro.

 

Lo cierto es que es una batalla constante que además genera constantes confusiones porque igual que el ojo y cerebro humano intentan encajar cualquier cosa en estructuras conocidas (en especial caras) así la mayoría de la gente intenta encajar a los otros en estructuras convencionales o prefabricadas, cuando no puede se genera una enorme confusión e inquietud.

 

Y lo curioso es que a pesar de este gregarismo y de esta dilución de la parte en el todo, es rara la persona que no reivindica o sostiene su individualidad,  se cree distinta,  piensa que elige y decide por sí misma y se considera diferente a los demás ¿¿¿¿!!!!.

 

Creo que podría contar tranquilamente con los dedos de una mano todas las personas que conozco que son capaces de estar al margen de la convención, de lo que se espera de ellos, de lo políticamente correcto.

 

Más allá de constatar una vez más que aunque el Ser Humano piense lo contrario, su inteligencia no difiere sustancialmente de la de un calamar (eso una minoría, la mayoría se acerca más a la esponja) lo cierto es que luchar constantemente contra el borreguismo e intentar generar ideas propias resulta verdaderamente agotador, muy poco gratificante (salvo a un nivel estrictamente personal) y por supuesto totalmente inútil,  puesto que por mucha independencia intelectual que se tenga, libertad material sí que no existe ninguna salvo la de aquel que no tiene absolutamente nada que perder y que nada desea, aunque hay que ser un auténtico coloso intelectual para llegar a ese paradigma.

 

También ayuda la convicción (largamente expresada en estas páginas) de que el libre albedrio es una pura ilusión por lo que en realidad la libertad es algo inexistente pero claro, una cosa es el plano de las ideas y del intelecto, que nos sirve en los momentos de introspección y como filosofía vital y otra bregar día a día con toda la colección de paletos que nos rodean; es duro.

0 comentarios