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POR QUÉ QUERÍA SER BUFET

A pesar de Copérnico y Galileo y del atisbo que tenemos acerca de la insignificancia de nuestro mundo con respecto al Universo (probablemente Multiverso),  resulta sorprendente la subsistencia del antropocentrismo.

Aunque nos disguste a algunos  ateos, es obvio que el peso de las religiones (es decir de la ignorancia y la superchería), sigue siendo enorme incluso en el mundo actual, supuestamente tecnológico y científico.

La sobrevaloración del ser humano, de sus logros, de sus posibilidades y de su trascendencia, no es exclusiva de la religión (que considera la creación como un acto consciente y voluntario de algún ser superior), sino también de colectivos supuestamente ajenos a aquella.

En este sentido y por poner un ejemplo más o menos actual, sorprende ver cómo se achacan al ser humano todo un cúmulo de desastres pasados, presente y futuros, pretendiendo que la acción humana puede influir en la naturaleza de una forma relevante.

En el fondo, este pensamiento sigue el esquema religioso, Dios crea al hombre y a la naturaleza, pero el hombre es malo y entonces recibe un castigo; más de lo mismo, la historia de la Biblia revestida de ecologismo y progresía.

Desde mi punto de vista hay que mirar las cosas de otra manera. No hay ningún dato objetivo que permita afirmar que la raza humana, visto ello desde un punto de vista general,  tenga una misión más importante que una ameba o un ficus en hacia donde quiera que se dirija lo que llamamos “vida”.

Este concepto no es nuevo, es el que defiende, por ejemplo y de alguna forma,  la simbiogenésis la cual, simplificando enormemente, vendría a sostener que el ser humano (y muchísimas otras cosas) no son más que una asociación de bacterias que buscan la eficiencia.

Pero esto es farragoso, lo que me interesa destacar, es que el ser humano y su civilización, lejos de ser el zénit de la evolución o la especie destinada a dominar y entender el Cosmos, no son más que una etapa  en el logro de estos propósitos que, dicho sea de paso, estoy convencido que ya han conseguido anteriormente  otras especies y seres en el Multiverso y que están ahí sin que podamos verlas.

Considero, además, que los días de la raza humana están extraordinariamente cercanos a su fin.

Seguramente nosotros no lo veremos,  pero tal vez en dos o tres generaciones se consume este desenlace porque, simplemente, ya no seremos necesarios.

Aunque hay discrepancias en cuánto tiempo tardará en suceder, no las hay en aceptar que en un espacio de tiempo de 10 a 30 años, la capacidad de procesamiento de una máquina superará a la del ser humano.

Esto será un punto de inflexión de incalculables consecuencias dado que si una máquina supera en su capacidad al ser humano (disponiendo de un recurso además que no tenemos los humanos como es estar conectada con otras máquinas y sumar recursos y conocimientos) ¿Cuánto tardará esa máquina en tener conciencia de sí misma y diseñar otra máquina mejor que ella misma…..?.

En este escenario (no tan lejano) sí viviremos un extraordinario salto evolutivo difícil de valorar y que además puede ser increíblemente rápido.

Lo cierto es que los seres biológicos, frente a las máquinas, están en clarísima desventaja y, por tanto, desde un punto de vista evolutivo, no tienen ninguna oportunidad, de hecho no tienen razón de ser una vez las máquinas puedan crear réplicas mejoradas de sí mismas y suplir o sustituir la intervención humana.

Será esta la segunda o tal vez la auténtica “creación”. La larga cadena de acontecimientos que llevaron desde las bacterias hasta el ser humano solo tenían ese propósito, crear unos nuevos seres no dependientes de la biología.

No es un concepto nuevo, muchos estudiosos de la Inteligencia Artificial o del transhumanismo han planteado esta posibilidad, la sustitución de la raza humana por entidades no biológicas

Pero a mi particularmente,  esto no me interesa demasiado ya que lo doy por hecho, por seguro, a menos que se produzcan acontecimientos catastróficos o imprevisibles que trunquen esta evolución.

Acerca de lo que me interesa  verdaderamente teorizar,  es sobre cuál sería la evolución de los futuros seres no biológicos ya que sería estúpido pensar que una vez desaparecidos o inútiles los seres biológicos,  habríamos llegado al zenit de la evolución, ello no es necesariamente así.

Desde pequeñitos hemos estudiado que lo que caracteriza a un ser vivo ya sea plancton, virus o ser humano, es que “nace, crece, se reproduce y muere”.

Es patente que ello está en la base de toda la actuación de los seres biológicos, es decir, los seres biológicos tenemos una razón para la preservación de la especie…la muerte.

¿Pero qué pasa con un ser no biológico que en puridad no muere nunca y que teóricamente, no recibe castigos ni recompensas?

Es decir, ¿cuál  sería  el motivo para que unos seres no biológicos quisiesen continuar activos y permanecer a lo largo del tiempo, o sea, conservarse a sí mismos como individuos o colectivo?.

Se trata de un ejercicio mental muy difícil de hacer porque no podemos sustraernos al pensamiento biológico pero pensemos otra vez, ¿Por qué querría “vivir” y perdurar en el tiempo un ser no biológico?.

De hecho estamos en una contradicción “in natura” lo que no es biológico nada tiene que ver con la vida y si no tiene nada que ver con la vida, lo que es propio de la vida (nacimiento, reproducción y muerte-transformación, no le concierne)

Es posible que en los estadios primigenios de los seres no biológicos y dado que habrían sido construidos por nosotros (ellos o sus antepasados) mantuviesen esquemas humanos tales como el deseo de adquirir conocimiento, de explorar etc. pero  a la larga ¿es esto viable?.

Situémonos, pues, en un  escenario en el que el mundo que conocemos es dominado por seres no biológicos que son capaces de replicarse, repararse y mejorarse y poseen un conocimiento colectivo inimaginable.

Seres infinitamente más capaces que los biológicos para aguantar todo tipo de condiciones y prácticamente no dependientes de nada y capaces de crearlo prácticamente todo pero con una mente no-humana.

Pero la pregunta es ¿para qué seguir existiendo?, ¿para qué desarrollar una actividad determinada?.

Es absurdo intentar contestar a estas preguntas pura y simplemente porque no podemos hacerlo desde nuestra perspectiva humana y, en especial, porque no disponemos del conocimiento  que tendrán estos seres no biológicos.

Cabe suponer que alcanzado un estadio determinado de conocimiento, esos seres hallen motivos y propósitos para su existencia inimaginables para nosotros ya que ni son concebibles ni alcanzables.

Seguramente tendrá mucho que ver con la propia existencia del todo y la nada, su origen y su fin algo, insisto, tan difícil de entender para nosotros como intentar explicar a un virus lo que es la Vía Láctea.

Pero a dónde quería llegar verdaderamente con toda esta disertación es que está más que claro que, de un modo u otro,  tienen mucho más peso y trascendencia en el pasado, presente y futuro de todo lo que existe (y seguramente también de la nada) los seres no biológicos que los biológicos.

Por eso yo de pequeño quería ser bufet,  porque intuí ya entonces que los seres que llamamos inertes o no biológicos son un  estadio superior de la evolución. (vale, me equivoqué porque un bufet es de madera, pero era solo un niño).

Pero  es que además no es tan difícil de entender y aceptar este razonamiento, la vida surge de la “no vida” y tarde o temprano vuelve a ser materia inerte o energía.

O sea, nosotros venimos de los restos de explosiones estelares y tarde o temprano nos convertiremos en energía que a su vez volverá a generar vida que luego evolucionará hacia la “no-vida”.

¿Hasta el infinito?. Desde luego que no. El concepto infinito o eternidad son mera muestra de la incapacidad humana para comprender determinadas magnitudes o conceptos.

Ciertamente el infinito existe como concepto matemático pero niego que exista en la realidad o en el Multiverso nada que sea infinito o eterno, de hecho niego que exista el tiempo como un  factor absoluto.

El tiempo solo es una dimensión y no una ley de la física, ni existe lo infinito ni lo eterno,  dado que eso son conceptos espacio-temporales, debidos a la escasa y deficiente percepción y nulo conocimiento del ser humano de lo que le rodea.

Seguramente, pues, el destino último de cualquier evolución es hacia alguna forma de energía atemporal que no podemos ni imaginar ni comprender pero que, muy probablemente está ahí, rodeándolo todo e impregnando los seres que estúpidamente llamamos inertes y que despreciamos desde nuestra condición humana, increíblemente estúpida pero aún más increíblemente vanidosa.

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