Blogia
laturanomelaponedura

¿REALMENTE SOMOS TAN BUENOS COMO PENSAMOS?

Me  muevo en diversos círculos, pero el más numeroso es (como yo) gente izquierdosa (en diversos grados) pero que en cualquier caso practican el buenrollismo,  son antifascistas, antirracistas, preocupados por la ecología, solidarios, que ayudan cuando pueden a  los pobres

Hay muchos matices, más o menos radicalismo, más o menos formación política, más o menos seguidismo de las consignas, coletillas o packs ideológicos de los partidos al uso o de los creadores de opinión al uso.

Pero hay cosas comunes, todos manifiestan/mos, preocupación por los desfavorecidos, rechazo a la corrupción y políticos al uso, solidaridad genérica con los oprimidos etc, etc.

O sea que parece que en principio hablamos, al menos, de buenas personas o de gente que quiere o aspira a ser buena persona.

Naturalmente hay un pequeño problema o si se prefiere un denominador común, no conozco realmente a nadie que haya estado en una situación verdaderamente  extrema.

Cuando se tienen las necesidades básicas cubiertas, ser una buena  persona entiendo que es casi una obligación; que existan gentes que lo tienen todo y que sean unos cabronazos no hace mejor o da más mérito a quien hace lo coherente cuando se tienen las necesidades básicas cubiertas: ser buena persona.

O sea que en realidad (en el círculo en que me muevo), es imposible saber realmente quién o quiénes son/mos buenas personas porque eso solo se descubre en situaciones total y absolutamente extremas.

No hace falta llegar al extremo de la tabula unius capax, pero lo cierto es que el buenismo que muchos practicamos no es más que una postureta para sentirnos bien con nosotros mismos sin ninguna conexión con la realidad.

Estoy convencido (y así se demuestra siempre) que la mayoría de las personas, al situarlas en situaciones extremas, son abyectas, malvadas y extraordinariamente egoístas porque lo que les preocupa es su supervivencia y la de los suyos.

Por tanto, ser buena persona es un simple privilegio de los ricos y una rara virtud entre los pobres, sin perjuicio de que cuando se produce sea probablemente una de las cosas más dignas de admiración y encomio que existen.

Así pues, la realidad descarnada es que ser bueno o malo (como de hecho todo en este mundo) no obedece a una decisión  personal realmente trascendente sino que es más bien como elegir los zapatos o la ropa que queremos llevar (el que lo haga, que yo no lo hago), una actitud para pertenecer a determinado grupo social (para obtener su aprobación) que, por lo que sea,  nos gusta.

Naturalmente hablo en nuestro mundo de ricos, en el resto ya es otra cosa, básicamente algo tan inalcanzable e imposible, como tener un móvil o un coche.

Una última consideración, para quien piense en Cristo u otras supuestas buenas personas, apuntar únicamente que la experiencia demuestra (como ya he teorizado en otras ocasiones) que cuando se exploran en profundidad las historias de sacrificios, esfuerzos, triunfos, talentos etc etc… en un número que peligrosamente tiende al 100 % no encontramos NADA, solo puro y duro azar.

0 comentarios