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ESCOBAR: EL PATRON DEL MAL

Aún me estoy recuperando del impacto que me ha producido el visionado de la serie colombiana citada.

 

La serie es simplemente COLOSAL, diría que lo mejor que he visto hace tiempo, a la altura (aunque con muy diferentes registros),  de The Wire, Los Soprano o Breaking Bad, con una “pequeña” diferencia, en el caso de “Escobar: El patrón del mal”, hablamos de algo real.

 

Destaca sobre todo, la actuación de Andrés Parra encarnando a Pablo Emilio Escobar Gaviria, insuperable.

 

He comparado conscientemente la serie con las mencionadas porque en todos los casos citados he empatizado fuertemente con sus protagonistas (con los malos), esto es de lo que quiero hablar.

 

Sin entrar a analizar lo fideligna que pueda ser la serie  (por motivos obvios no podía edulcorarse la imagen de Escobar), dejando de lado asimismo,  que en el caso de Escobar (y también en los otros antihéroes de ficción citados) hablamos de delitos absurdos y artificiales, porque que existan delitos relacionados con las drogas deriva de su hipócrita prohibición, partamos de la base de que  Escobar es como se le describe en la serie.

 

Y ésta no se anda con paños calientes, los crímenes que perpetra Pablo Emilio, sobre todo al final de su carrera, son de imposible justificación desde cualesquiera moral, por laxa que esta sea,  y sus actuaciones total y absolutamente abominables.

 

A pesar de eso, verle derrotado, solo y ejecutado en la última escena de la serie me produjo mucha más tristeza e incluso e indignación que si los creadores de Juego de Tronos decidiesen que muriese Daenerys Targarien y lo mismo me sucedió con Toni Soprano,  Walter White y en menor medida, con algunos malotes de The Wire y no olvidemos nunca que en el caso de Escobar se explican hechos reales.

 

La pregunta que surge es por qué se produce esta empatía que incluso puede desconcertar o repugnar a uno mismo;  y creo que la respuesta es bastante sencilla y de hecho ya la comentaba en alguna reflexión anterior, concretamente la titulada La Charca.

 

La cuestión es que todos estos personajes se enfrentan a muerte contra el poder y se pasan por las huevas (como diría Pablo Emilio) el orden y la moral establecida sin reparar en las consecuencias de ello ni para su propia persona ni para los inocentes que están en medio.

 

Y claro, hemos de partir de la base que el poder establecido, las normas establecidas y las leyes y las estructuras de fuerza que sostienen el sistema, se apoyan en el robo, el asesinato y en la más absoluta inmoralidad.

 

El derecho de propiedad y en especial el derecho a transmitir la misma por herencia o apropiándose de su precio  es en sí mismo un robo injustificable (vid La Charca) y el amparo de las desigualdades sociales o mantenimiento del status quo mediante la fuerza resulta algo inaceptable y es algo que se arrastra desde casi el principio de La Humanidad conocida.

 

Las buenas personas se horrorizarán cuando vean los bombazos de Escobar que matan a mujeres y niños inocentes pero ya se han insensibilizado de las mujeres y niños que mueren diariamente o que están condenados a una existencia miserable por la pura dinámica de mantenimiento del status quo, nadie cuestiona la propiedad privada y el concepto redistribución de la riqueza causaría escalofríos al 99 % de la población quienes aceptan de buen grado el concepto  caridad pero no el concepto  Justicia.

 

En este escenario,  que un señor, aunque sea en su propio y exclusivo beneficio, se enfrente al Estado con dos huevas,  en el fondo puede resultarnos admirable y fascinante para quienes, como diría Escobar, somos unos chirretes homosexcuales y bobos culicagaos nomás, unos culirrotos que hablamos mucho y se nos llena la boca de conceptos elevados pero que ni hacemos ni haremos nada para enfrentarnos con todas las consecuencias al poder ni jamás  seremos capaces de vivir al margen de la Ley  y de las normas sociales establecidas/impuestas.

 

Porque no nos engañemos,  a quién no le gustaría decirle a alguno aquello de  “…. Le mato a su papa, a su mama a…………a su abuelita y si su abuelita está muerta yo se la desentierro y la vuelvo a matar…”.

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