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TURISMO EN BARCELONA

 Quienes tenemos el raro privilegio de vivir en el centro de Barcelona, andamos alterados, el rápido y exponencial incremento del turismo está causando un sentimiento generalizado de  malestar y hartazgo; el motivo principal, el aumento estratosférico de los precios en absolutamente todo y la pérdida de la identidad de la propia ciudad.

 

La conversión de Barcelona en un parque temático, según término de fortuna, y su sobreexplotación,  pueden conducir a que la ciudad quede virtualmente destruida y que, además, se haya destruido para nada porque el turismo que acudía a Barcelona, justamente por ser un lugar no demasiado explotado y agradable para vivir, tal vez deje de hacerlo una vez se haya convertido justo en lo contrario.

 

Pero claro, por otro lado, no podemos olvidar que no ya Barcelona, sino España entera, vive del turismo prácticamente en exclusiva, tampoco podemos olvidar que antes de las Olimpiadas la ciudad e Barcelona era un auténtico pestiño; ha sido el turismo lo que ha hecho que Barcelona se haga más bonita y atrayente y no nos engañemos, la ciudad poco ha perdido porque muchas cosas tampoco las tenía, por ejemplo, jamás existió en Barcelona una cultura de tapas por lo que el hecho que ahora se sirva  bazofia en raciones minúsculas y a precio de oro es lamentable pero no supone la pérdida de nada, antes simplemente no existía la tapa como tal.

 

Para analizar el asunto lo primero que hay que evitar a toda costa es culpabilizar al turista ni mucho menos caer en abismos nacionalistas o chauvinistas, esto es especialmente importante  y especialmente delicado en el momento en que vivimos de auge de todos los nacionalismos fascistas y más aún si cabe al hallarse Barcelona dentro de una realidad distrópica generada por 4 pijos que quieren separarse de España para seguir siendo más ricos (lo mismo que pretendieron los pijos del país vasco, los escoceses o los canadienses; separarse de sus compatriotas más pobres).

 

La cuestión es que los turistas no tienen culpa de nada,  van a donde les gusta o a donde pueden ir, la culpa es lógicamente,  de los que quieren hacer dinero a costa de los turistas, es decir (y sé que soy cansino pero es que es así) del capitalismo.

 

El turismo no es que sea un gran negocio es que es prácticamente el único negocio posible en España y, en consecuencia, se intenta exprimir sus beneficios al máximo.

 

Y esto no tiene solución en la medida que siga existiendo propiedad privada. Los intentos de la alcaldía y de otros estamentos para controlar el fenómeno estarán siempre abocados al fracaso porque tarde o temprano se impondrá la supremacía de la propiedad privada.

 

En esto, como en tantas y tantas otras cosas, la propia dinámica capitalista, es decir la existencia de propiedad privada  y  de democracia van a impedir siempre que se haga lo correcto porque siempre estarán por encima los intereses de los particulares y naturalmente no de cualquier particular, sino que siempre serán preeminentes los de aquellos que gocen de mayor poder económico, o sea, del auténtico poder.

 

Otro pijismo que se ha instalado (de los muchos que nos martirizan todos los días) es que ya nos va bien el turismo cultural, hiptser y piji-progre pero no el turismo de borrachera y bla, bla, bla.

 

Esto parte de la base, del espejismo estrictamente, de que  Barcelona, que, insisto,  era un pestiño, va a ser eternamente turística y que ese turismo va a venir atraído por Gaudí por la cosa mediterránea por el diseño y sobre todo,  por lo hipster, ERROR porque precisamente a los modernos, por ser modernos y snobs ya no les gusta un sitio cuando se masifica y cuando ya va la gente normal, vulgar  y ordinaria y por tanto dejan de ir.

 

Pero sobre todo porque no podemos perder de vista que el ELEMENTO DIFERENCIAL y lo que resulta verdaderamente diferente del turismo en España y en Barcelona, es la juerga, la forma de vida, el poder estar de fiesta y de cachondeo como en ninguna otra parte del mundo, lo cual es muy fácil de comprobar a poco que se viaje.

 

Esta es la grandeza y el drama del turismo en España, si se elimina este factor existirán ya muy pocos motivos para venir a España porque en el resto de facetas existen otros destinos enormemente competitivos no tan explotados, no tan quemados y que no roban tanto a propios y extraños como por ejemplo Barcelona en  el asunto de la gastronomía que puede jactarse de ser la ciudad del mundo  en la que más se estafa en este aspecto.

 

Tradicionalmente  el  clima fue un factor a tener presente de cara al turismo pero hoy en día el cambio climático actúa como elemento igualador en esta materia, vaya usted a saber en qué lugar estará uno cómodo climatológicamente dentro de unos años…..

 

Sea como fuere, los putos negociantes y especuladores de siempre nos están jodiendo para hacer dinero con el turismo, la ciudad está cara de narices, y el aburguesamiento o gentrificación de los barios (como se dice ahora)  es galopante.

 

Los ciudadanos de Barcelona estamos siendo expulsados del centro de la ciudad y esto irá a más a menos que podamos evitarlo.

 

Los poderes públicos (como se ha mencionado) no pueden hacer nada ni en esto ni en nada que colisione con el capitalismo, o sea todo, pero los ciudadanos sí que podríamos.

 

No se puede evitar que fulano monte una tienda hipster, un bar en el que sirvan mierda en raciones ínfimas a precio de oro, una tienda de productos fashion para ricos, tiendas diversas de productos naturales al alcance de los ricos, mercados municipales que parecen tiendas de gran lujo mientras los pobres han de comprar en Mercadona etc, etc, etc….

 

Pero los ciudadanos sí que podríamos conseguir que resultase molesto, vergonzoso o complicado acudir a este tipo de establecimientos.

 

Es decir hay que aprovechar lo que es propio a esta época, la obsesión por la imagen y el hecho de que solo importe la forma, no el fondo.

 

¿Quién entraría en la tienda X  en el restaurante Y o en el comercio X, si en redes sociales, en la propia entrada del establecimiento e incluso mediante un sistema de puntuaciones se catalogase el establecimiento en cuestión de forma negativa, destacando, su estupidez, su estafa, su insolidaridad, lo lamentable que resulta comprar nada allí…?.

 

Por ejemplo, entre otras actividades, propongo crear una Guía Miguelín que sería lo mismo que la Guía Michelín pero en chungo, es decir puntuando a establecimientos por su grado de latrocinio, estupidez, pijismo o snobismo….dejo a la imaginación el resto de cosas similares a esta que pueden hacerse

 

Es el momento de volver a revisar a John Doe o Que bello es Vivir en donde se abogaba por la organización no de los ciudadanos (que eso es un término político) sino de las personas, al margen del poder y de la política para defender sus intereses; esta es la única salida.

 

Conseguir que nadie se atreviese a explotar determinados negocios por miedo al escarnio al ridículo o a la interdicción de las gentes, es el camino que hay que seguir porque además, incluso aunque se rebasasen los límites legales, dependiendo del cariz de las muestras de desagrado o reprobación difícilmente se llegaría a delitos o a consecuencias graves que no puedieran ser arrostradas por grupos mínimamente organizados.

 

Estoy convencido que este es el único camino para acabar con esta plaga, que no es la del turismo, insisto, sino de toda la pléyade de fascistas/capitalistas que quieren hacer dinero con ello.

 

Esto es lo que buenamente podemos hacer porque la solución definitiva: acabar con la  propiedad privada, con la democracia y con el ánimo de lucro, es una quimera que aún está muy lejos…si es que algún día se consigue

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