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ESCOBAR: EL PATRON DEL MAL

Aún me estoy recuperando del impacto que me ha producido el visionado de la serie colombiana citada.

 

La serie es simplemente COLOSAL, diría que lo mejor que he visto hace tiempo, a la altura (aunque con muy diferentes registros),  de The Wire, Los Soprano o Breaking Bad, con una “pequeña” diferencia, en el caso de “Escobar: El patrón del mal”, hablamos de algo real.

 

Destaca sobre todo, la actuación de Andrés Parra encarnando a Pablo Emilio Escobar Gaviria, insuperable.

 

He comparado conscientemente la serie con las mencionadas porque en todos los casos citados he empatizado fuertemente con sus protagonistas (con los malos), esto es de lo que quiero hablar.

 

Sin entrar a analizar lo fideligna que pueda ser la serie  (por motivos obvios no podía edulcorarse la imagen de Escobar), dejando de lado asimismo,  que en el caso de Escobar (y también en los otros antihéroes de ficción citados) hablamos de delitos absurdos y artificiales, porque que existan delitos relacionados con las drogas deriva de su hipócrita prohibición, partamos de la base de que  Escobar es como se le describe en la serie.

 

Y ésta no se anda con paños calientes, los crímenes que perpetra Pablo Emilio, sobre todo al final de su carrera, son de imposible justificación desde cualesquiera moral, por laxa que esta sea,  y sus actuaciones total y absolutamente abominables.

 

A pesar de eso, verle derrotado, solo y ejecutado en la última escena de la serie me produjo mucha más tristeza e incluso e indignación que si los creadores de Juego de Tronos decidiesen que muriese Daenerys Targarien y lo mismo me sucedió con Toni Soprano,  Walter White y en menor medida, con algunos malotes de The Wire y no olvidemos nunca que en el caso de Escobar se explican hechos reales.

 

La pregunta que surge es por qué se produce esta empatía que incluso puede desconcertar o repugnar a uno mismo;  y creo que la respuesta es bastante sencilla y de hecho ya la comentaba en alguna reflexión anterior, concretamente la titulada La Charca.

 

La cuestión es que todos estos personajes se enfrentan a muerte contra el poder y se pasan por las huevas (como diría Pablo Emilio) el orden y la moral establecida sin reparar en las consecuencias de ello ni para su propia persona ni para los inocentes que están en medio.

 

Y claro, hemos de partir de la base que el poder establecido, las normas establecidas y las leyes y las estructuras de fuerza que sostienen el sistema, se apoyan en el robo, el asesinato y en la más absoluta inmoralidad.

 

El derecho de propiedad y en especial el derecho a transmitir la misma por herencia o apropiándose de su precio  es en sí mismo un robo injustificable (vid La Charca) y el amparo de las desigualdades sociales o mantenimiento del status quo mediante la fuerza resulta algo inaceptable y es algo que se arrastra desde casi el principio de La Humanidad conocida.

 

Las buenas personas se horrorizarán cuando vean los bombazos de Escobar que matan a mujeres y niños inocentes pero ya se han insensibilizado de las mujeres y niños que mueren diariamente o que están condenados a una existencia miserable por la pura dinámica de mantenimiento del status quo, nadie cuestiona la propiedad privada y el concepto redistribución de la riqueza causaría escalofríos al 99 % de la población quienes aceptan de buen grado el concepto  caridad pero no el concepto  Justicia.

 

En este escenario,  que un señor, aunque sea en su propio y exclusivo beneficio, se enfrente al Estado con dos huevas,  en el fondo puede resultarnos admirable y fascinante para quienes, como diría Escobar, somos unos chirretes homosexcuales y bobos culicagaos nomás, unos culirrotos que hablamos mucho y se nos llena la boca de conceptos elevados pero que ni hacemos ni haremos nada para enfrentarnos con todas las consecuencias al poder ni jamás  seremos capaces de vivir al margen de la Ley  y de las normas sociales establecidas/impuestas.

 

Porque no nos engañemos,  a quién no le gustaría decirle a alguno aquello de  “…. Le mato a su papa, a su mama a…………a su abuelita y si su abuelita está muerta yo se la desentierro y la vuelvo a matar…”.

INCONSCIENCIA CONSCIENTE

En el mundo en el que vivimos se identifica conciencia como algo bueno e inconsciencia como algo malo, no hace falta poner ejemplos, los hay a cientos.

 

Asimismo, cosas como el tesón, la constancia, la  determinación y el trabajo son virtudes mientras que la despreocupación, la molicie y la volatilidad son algo malo.

 

También el sufrimiento, el sacrificio y la responsabilidad se ven como algo positivo, el no dar importancia a nada, la alegría excesiva y la falta de muestras de dolor o solidaridad cuando resulta políticamente correcto, se interpretan como algo negativo, propio de personas superficiales o directamente imbéciles.

 

Se trata de una carga cultural enormemente pesada basada en la creencia de que nuestros actos tienen influencia en lo que sucede.

 

Bajo esta premisa, cualquier situación sería consecuencia de nuestras decisiones lo cual genera una gran angustia; podemos analizar el pasado y determinar que esta o aquella decisión fue errónea y mortificarnos del por qué la adoptamos, sufrir en definitiva por lo que hicimos o lo que dejamos de hacer.

 

Y el futuro aún es más mortificante, si nuestro futuro depende de nuestras decisiones, es obvio que eso nos va a generar importantes dudas acerca de cuál adoptar llegándose incluso al extremo de un bloqueo total en determinadas personas o circunstancias.

 

Todo esto es lo que hace que como ya mencioné en anteriores reflexiones, los estudiosos de la conciencia se pregunten para que sirve exactamente ya que desde un punto de vista puramente evolutivo está claro, por lo dicho precedentemente, que causa más problemas que beneficios.

 

Tantos problemas y angustias causa, que psicólogos y químicos, utilizan técnicas e inventan fármacos  encaminados, básicamente, a minimizar la ansiedad que origina creer que nuestros actos tienen repercusiones en los demás y en la realidad, creer, en definitiva, en el principio causa-efecto, traspolándolo de la física a las relaciones humanas.

 

A mi juicio, y está dicho también en alguna reflexión anterior, la función de la conciencia es bastante clara evolutivamente hablando, supone una ventaja porque al creer que nuestros actos producen consecuencias directamente atribuibles a los mismos eso hace que el Ser Humano, adopte iniciativas, invente, actúe, en definitiva más allá de los actos puramente necesarios para la supervivencia, ningún animal hace eso, los animales realizan los actos estrictamente necesarios para su supervivencia, al no tener conciencia de futuro ni de pasado sus actos no están mediatizados por lo uno y lo otro, van estrictamente a lo inmediato.

 

Es lo de la vaca que se comió el heno de un mes en un día, un animal va a lo inmediato, carece de conciencia y, por tanto, ni se angustia ni se preocupa ni por el ayer ni por el mañana.

 

Y esto es justamente, lo que recomiendan los psicólogos, filosofías de andar por casa y lo que producen los ansiolíticos, vivir el presente y despreocuparse de pasado, futuro y consecuencias de nuestros actos, aprovechar cada momento como si fuera el último, esto lo hacen los animales de serie.

 

Pero la cuestión estriba en saber si realmente nuestros actos generan consecuencias o no, lo cual no está en absoluto claro.

 

Como ya he expresado, creo firmemente que vivimos en una ilusión, la realidad es algo estático, que no podemos cambiar, no es que hagamos lo que hagamos llegaremos igualmente a un mismo punto, es que las propias decisiones que adoptamos no son tal.

 

Es una sutileza pero la diferencia es importante y la clave para entenderla nos la da la reflexión de Einstein cuando dijo que si la Luna fuese dotada de autoconciencia estaría perfectamente convencida de que su camino alrededor de la Tierra es fruto de una decisión libre. Y añadió que un ser superior dotado de una inteligencia perfecta se reiría de la ilusión de los hombres que creen que actúan de acuerdo a su libre albedrío.

 

O la de Jung cuando afirma Libre albedrío es hacer bien lo que es nuestra obligación hacer.

 

En realidad, toda esta reflexión que precede es amplísimamente aceptada, desde siempre, sobre todo en sectores científicos, ni tan siquiera la dicotomía entre física tradicional y cuántica le afecta, ni en una ni en otra es concebible algo como el libre albedrío.

 

La cuestión es porque esta idea ( o más estrictamente este hecho) no ha cuajado, no es entendida o es rechazada por la mayoría de la gente y es necesaria una pléyade de psicólogos y químicos para eliminar toda la mierda mental derivada de la misma…

 

Probablemente la sociología nos dará explicaciones válidas y también, como ya se apuntó, el propio principio de conservación/evolución.

 

En cualquier caso y mientras reflexionamos acerca de por qué nos seguimos angustiando por el futuro y lamentándonos sobre el pasado, puede ser una excelente auto-terapia ahondar en esa realidad, ni el pasado pudo ser distinto ni el futuro dependerá de nuestra voluntad (que en realidad no existe), viviremos más felices y haremos más felices a los demás, al no culpabilizarlos tampoco de su supuesta influencia en lo que nos suceda o deje de suceder.

 

Si interiorizamos el concepto,  cobra pleno sentido la filosofía de vivir cada momento como si fuera el último, ya que no somos protagonistas o actores de la realidad, somos meros espectadores de la misma forzados a participar en el espectáculo pero sin influencia en su trama o desarrollo.

 

Pero es indiscutible que cuando participamos en un espectáculo solemos pasarlo mejor, así que aunque el final este amañado y nuestra participación resulte irrelevante, sería absurdo adoptar una postura de abandono o pura contemplación, simplemente es más aburrida.

 

Por tanto creo que lo mejor es seguir participando de la ilusión (como si fuera un espectáculo de magia o una peli de ciencia ficción) pero intentando eliminar toda angustia, reproche o responsabilización de cualesquiera cosa que suceda puesto que en definitiva, no hemos tenido nada que ver con ello.

 

Todo esto no hace que por ejemplo Hitler no fuese un hijo de puta, simplemente estaba destinado, programado, o como queramos llamarlo a ser un hijo de puta, pero serlo lo es igual.

REFUGIADOS

 

La insólita decisión de la UE de desembarazarse de los refugiados de la guerra en Oriente Próximo realizada además, como diría Virgilio, “obscuri, sub nocte, per umbram” es un paso más, aunque me temo que no el último, hacia la muy preocupante  fascistidización que lo permea todo.

 

 

Lo cierto es que lo que está sucediendo desde ya hace tiempo tiene enormes y preocupantes similitudes con la época previa a la Segunda Guerra Mundial.

 

Estoy convencido que en esta ocasión no se generará una guerra mundial, por lo menos una guerra “típica”, pero lo que es seguro es que sí se generará alguna monstruosidad, cuál sea esta ya es otra cuestión.

 

Pese a las apuntadas similitudes en cuanto a la derechización de la sociedad con la época prebélica,  existen también enormes diferencias, las más notables derivadas de la llamada globalización y del enorme control que se ejerce sobre el individuo no solo a través de los medios de comunicación, redes sociales y demás inventos modernos sino ante el convencimiento de la ciudadanía en general  de que es imposible, impensable y no deseable ninguna revolución o cambio de paradigma.

 

Los pobres de hoy en día (hablo de el mundo occidental naturalmente) no son los mismos pobres que había en la Europa de los años 30 y los obreros de hoy no son los mismos obreros,  es por eso que cínicamente Europa rechaza y expulsa a quienes les recuerdan su pasado.

 

Que hoy en día un partido con un programa político como Podemos sea calificado de extrema izquierda (cuando su discurso sería a duras penas socialdemócrata de centro en los 60) es muestra, en lo político, de esta increíble derechización.

Pero lo realmente preocupante está en “la calle” en lo que hacemos, lo que decimos y en cómo actúa la gente en general; barrenada toda ideología y toda coherencia en cualquier discurso nos movemos en una sociedad de 140 caracteres, fabricada a base de pequeños mensajes e ideas, de tweets, videos de Youtube, frases ingeniosas y posturetas de diversa índole detrás de las cuales no hay NADA.

 

Las ideologías han quedado reducidas a camisetas de verano y a consignas rescatadas de otros tiempos que en el mejor de los casos no se sabe lo que quieren decir y en el peor, se interpretan mal.

 

En una sociedad que se considera progre e izquierdoso que unos ricos pidan la independencia de un trozo de un país para ser más ricos o que es revolucionario y progre Steve Jobs o acabar con el límite de 140 caracteres, apaga y vámonos….

 

Ante este desalentador panorama, que me temo que irá a más, a mi no me extraña nada, es más, me parece absolutamente explicable, que determinadas personas absolutamente desencantadas y sin un Norte claro, abracen cualquier ideología por descabellada que sea que, al menos, les proporcione referencias y objetivos claros y entendibles entre los cuales tiene cabida, obviamente, la destrucción directa de toda esta sociedad absolutamente repugnante aun a costa de la propia vida.

 

Es decir, no entiendo que la gente no entienda a todos esos asesinos suicidas que matan en nombre de algo aún más abyecto de lo que pretenden destruir, esa abyección, al menos, parece tener un sentido o propósito claro, la “nuestra” no.

 

Es un error intentar analizar el fenómeno de los terroristas suicidas desde una sola perspectiva,  puede que haya quien lo siga por cuestiones religiosas, también habrá quien se vea empujado a ello por cuestiones de miseria pero estoy seguro que también hay quien canaliza a través de esa barbarie  todo el odio y repugnancia que nuestra sociedad produce y eso, salvo en el método, no puedo sino compartirlo.

 

Y no estoy haciendo el discursito progre de ¡que malos somos los Occidentales y bla, bla!, no hablo del mundo occidental, aunque sí que es cierto que al ser más avanzado permite vaticinar hacia donde se dirige la especie, hablo del Ser Humano en general.

 

Como ya he apuntado en reflexiones anteriores, parece claro que el Ser Humano es un experimento o resultado de la evolución fallido.

 

Ardo en deseos que una mente artificial sustituya no tardando demasiado a una especie que aparte de su capacidad de destrucción,  no creo que tenga otro propósito ni destino que crearla.

 

Y aunque lo parezca no estoy nada amargado, ni odio a la humanidad (bueno, un poco sí) hablo de puro y simple desencanto lo que no me impide, justo porque he perdido la fe en empresas más elevadas, disfrutar de cada momento de mi vida como si fuera el último.

 

Me he imbuido del espíritu de Frank Capra en “Qué bello es Vivir” o “John Doe”, lo único que realmente podemos hacer es ser buena gente con las personas próximas, o al menos ser poco cabrón, desgraciadamente ni tan siquiera nos es dado realizar una labor pedagógica porque en un mundo de 140 caracteres resulta inútil.

 

Hablando de películas,  recomiendo fervientemente la visión de la película Idiocracia, parece una chorrada del estilo los albóndigas o similares pero lo cierto es que creo que es la visión más lúcida acerca del futuro que nos espera que he visto jamás.

INTERESTELLAR

Vi esta peli hace ya bastante  y bueno…nada del otro mundo.

Lo que me sorprendió es que utilizase el concepto conciencia de especie que yo he manejado en alguna de mis  reflexiones.

No es que yo haya inventado el concepto,  pero no es algo demasiado popular a pesar que últimamente, doy bastante la brasa con eso.

Debe ser porque soy más evolucionado por el asunto de la pérdida de la mente bicameral pero no es la primera vez que me sucede, doy el coñazo con una idea o concepto antes de que nadie esté interesado en ello y al cabo de un tiempo, cuando yo ya estoy en otra vaina, resulta que todo el mundo empieza a hablar de eso y me reprochan que el asunto no me interese o preocupe!!.

Me pasó algo similar con lo del cambio climático, hace muuuuchos años yo hablaba de eso con nulo o escasísimo interés de mis interlocutores, más tarde cuando dejé de ocuparme del asunto algunos incluso me reprochaban que no prestara atención a algo tan importante, vaya!!!.

El concepto conciencia de especie estoy convencido que en esos u otros términos va a tener futuro. Tal y como se demostraba en mi vieja reflexión “Gominolas cuánticas y comunistas”, si bien el ser humano es intrínsecamente estúpido, funcionando (inconscientemente) de forma conjunta,  demuestra indudables dotes para su supervivencia, la más notable: la adaptación.

Teniendo presente otra obviedad, el Ser Humano realmente no toma decisiones, sino que está condicionado tanto por la casualidad como por su naturaleza animal, (Como decía Jung, el libre albedrío consiste en hacer alegremente algo que tenemos que hacer), es muy probable que pueda desarrollarse una conciencia de especie.

 

El problema de este asunto es que entendido como una suerte de instinto inconsciente o necesidad biológica (no puede concebirse de otra forma),  un salto como ese requeriría en principio una cantidad de tiempo enorme aunque ello podría ser puesto en cuestión habida cuenta de que da la sensación que incluso en términos evolutivos todo va más rápido.

Pero bueno, eso va por su lado. El verdadero problema, como siempre, es que este concepto de alguna forma se popularice  y pervierta y se convierta en una especie de mercancía o argumento para políticos y gurus en general y que con base en tal concepto se generen movimientos, políticas o credos varios.

Me lo veo venir, sesudas conversaciones intentando convencerme de la necesidad de lograr esa conciencia y de hacer tal o cual cosa para conseguirlo.

La cosa es simple, ni esto ni nada se consigue porque nos esforcemos en un sentido o en otro, simplemente sucede o no.

¿REALMENTE SOMOS TAN BUENOS COMO PENSAMOS?

Me  muevo en diversos círculos, pero el más numeroso es (como yo) gente izquierdosa (en diversos grados) pero que en cualquier caso practican el buenrollismo,  son antifascistas, antirracistas, preocupados por la ecología, solidarios, que ayudan cuando pueden a  los pobres

Hay muchos matices, más o menos radicalismo, más o menos formación política, más o menos seguidismo de las consignas, coletillas o packs ideológicos de los partidos al uso o de los creadores de opinión al uso.

Pero hay cosas comunes, todos manifiestan/mos, preocupación por los desfavorecidos, rechazo a la corrupción y políticos al uso, solidaridad genérica con los oprimidos etc, etc.

O sea que parece que en principio hablamos, al menos, de buenas personas o de gente que quiere o aspira a ser buena persona.

Naturalmente hay un pequeño problema o si se prefiere un denominador común, no conozco realmente a nadie que haya estado en una situación verdaderamente  extrema.

Cuando se tienen las necesidades básicas cubiertas, ser una buena  persona entiendo que es casi una obligación; que existan gentes que lo tienen todo y que sean unos cabronazos no hace mejor o da más mérito a quien hace lo coherente cuando se tienen las necesidades básicas cubiertas: ser buena persona.

O sea que en realidad (en el círculo en que me muevo), es imposible saber realmente quién o quiénes son/mos buenas personas porque eso solo se descubre en situaciones total y absolutamente extremas.

No hace falta llegar al extremo de la tabula unius capax, pero lo cierto es que el buenismo que muchos practicamos no es más que una postureta para sentirnos bien con nosotros mismos sin ninguna conexión con la realidad.

Estoy convencido (y así se demuestra siempre) que la mayoría de las personas, al situarlas en situaciones extremas, son abyectas, malvadas y extraordinariamente egoístas porque lo que les preocupa es su supervivencia y la de los suyos.

Por tanto, ser buena persona es un simple privilegio de los ricos y una rara virtud entre los pobres, sin perjuicio de que cuando se produce sea probablemente una de las cosas más dignas de admiración y encomio que existen.

Así pues, la realidad descarnada es que ser bueno o malo (como de hecho todo en este mundo) no obedece a una decisión  personal realmente trascendente sino que es más bien como elegir los zapatos o la ropa que queremos llevar (el que lo haga, que yo no lo hago), una actitud para pertenecer a determinado grupo social (para obtener su aprobación) que, por lo que sea,  nos gusta.

Naturalmente hablo en nuestro mundo de ricos, en el resto ya es otra cosa, básicamente algo tan inalcanzable e imposible, como tener un móvil o un coche.

Una última consideración, para quien piense en Cristo u otras supuestas buenas personas, apuntar únicamente que la experiencia demuestra (como ya he teorizado en otras ocasiones) que cuando se exploran en profundidad las historias de sacrificios, esfuerzos, triunfos, talentos etc etc… en un número que peligrosamente tiende al 100 % no encontramos NADA, solo puro y duro azar.

BABEL

El pasaje del Génesis que explica el asunto de la torre de Babel es probablemente uno de los más conocidos de La Biblia aunque en general es poco comprendido o ha sido mal explicado.

 

La interpretación que suele darse a la reacción de Jehová (tampoco demasiado extraña teniendo en cuenta la mala hostia que gasta el Dios del antiguo testamento  y lo rastrero que es)  es que fue para castigar el orgullo de los hombres, es decir, los hombres habrían querido compararse o alcanzar a su creador llegando a los cielos y eso enfadó a Jehová que, como hemos dicho,  se pillaba unos cabreos descomunales a la mínima, ello aparte  de hacer gala de una crueldad sin precedentes y tener una preocupante obsesión por los prepucios….

 

La cuestión es que el pasaje bíblico no dice exactamente eso, el pasaje bíblico dice en su acepción más extendida:

 

(Génesis 11:5-7) Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres.  Y dijo el Señor: He aquí, son un solo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua.  Y esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se propongan hacer les será imposible.  Vamos, bajemos y allí confundamos su lengua, para que nadie entienda el lenguaje del otro.

 

Tal como yo lo veo, aquí no describe uno de los frecuentes ataques de celos de Jehová (¡es que lo tenía todo este hombre!) sino que lo que está expresando es que tenía un miedo o preocupación real de que el Ser Humano que él había creado llegase a ser igual de poderoso o sabio que él.

 

Es decir Jehová se defiende de una amenaza cierta e inminente, todos los hombres, con una misma lengua, con un mismo pensamiento y acción, todos remando en la misma dirección y con unos mismos intereses constituyen una fuerza imparable y esto preocupa seriamente a Jehová como le preocupa en su momento que el hombre acceda  al árbol de la sabiduría en el Paraiso.

 

Y Jehová, que a pesar de todo era Dios y se supone que sabio, o cuando menos listo, soluciona esta amenaza de una forma sencilla y elegante, creando las diferentes lenguas.

 

Los que ahora defienden la riqueza de la diversidad de culturas y lenguas como algo que debe conservarse y fomentarse quizás debieran reflexionar acerca de ese pasaje bíblico.

 

La Biblia no la escribieron ni dioses ni profetas pero sí que contiene algunas máximas de sentido común o experiencia que resultan aplicables a cualquier tiempo y lugar y muchas chorradas también, dicho sea de paso, pero esta no me lo parece.

 

Oremos.

VEJEZ

Me leí hace tiempo el libro de Simone de Beauvoir “La Vejez”  en el que glosaba las bondades de esa época de la vida como necesario y sereno corolario de la misma, henchida de experiencias y preñada de sabiduría susceptible de ser transmitida a otros.

 

Dejando al margen que Simone de Beauvoir (al estar casada con el hombre más feo de Francia en palabras de mi viejo profesor de derecho mercantil) podía afrontar con notable optimismo cualesquiera otra faceta de su vida, es evidente que tradicionalmente el papel del anciano era preeminente, siendo objeto de respeto y consideración a todos los niveles.

 

Pero no debemos olvidar que estos “ancianos” de los que hablaba Simone de Beauvoir o más recientemente los Beatles en su tema de los 60 “When i’m sixty four”,  tenían eso, 65 años, edad  a la que  actualmente  muchos consideran incluso que la persona es ¡¡joven!!, un disparate sí, pero que se oye mucho.

 

Lo que ha sucedido en los últimos años es que al aumentar la esperanza de vida, los ancianos han pasado a ser personas de más de 80 años con lo que aquellos “ancianitos” graciosos, amables y sabios a los que se refería Simone de Beauvoir y los Beatles, han pasado a ser personas dependientes y frecuentemente, con graves problemas cognoscitivos.

 

El aumento de la esperanza de vida no ha conllevado parejo el de su calidad y si bien es cierto que existen personas con muchos años que se conservan extraordinariamente bien física y mentalmente, a medida que avanzan los años el porcentaje baja dramáticamente.

 

El aumento de la esperanza de vida ha comportado que los casos de demencia senil, Alzehimer o simple confusión o deterioro mental (sin llegar a ser patológico) sean generalizados.

 

Sería pues más correcto decir que lo que se ha aumentado es la esperanza de supervivencia, no la de vida.

 

Esto tiene y tendrá consecuencias muy importantes respecto a la consideración del anciano por sus semejantes y para su propia autoestima.

 

Actualmente, el anciano (siempre hablamos en general) difícilmente puede ser considerado como ese espejo y referencia de sabiduría y experiencia cuando en la mayoría de los casos nos encontramos ante un ser desvalido y atiborrado de fármacos que lo mantienen vivo.

 

Si al menos estos ancianos que sobreviven aferrados al instinto más básico de todo animal, fueran felices y estuviesen conformes/resignados con su situación, todo tendría un sentido,  pero no suele ser así.

 

La mayoría de los ancianos parecen sentirse enormemente desgraciados por ese aumento de la esperanza de vida y es frecuente que su mundo se limite a una existencia quejumbrosa en la que asumen su papel de dependientes, una “vida” destinada a que los cuiden y los mimen como ellos hicieron con sus hijos….

 

La principal queja de los ancianos es que sus allegados no les prestan esa dedicación exclusiva y no los llenan, como ellos querrían, de melindres y zalamas.

 

Reproche por otra parte falso ya que los ancianos, al igual que los niños o que cualquiera que asuma un papel de dependencia, son insaciables, auténticos junkies del cariño, es inútil, salvo para sentirse bien con uno mismo habida cuenta toda la rémora cultural, esforzarse en hacer feliz a un anciano que se sienta desgraciado, es imposible.

 

En realidad yo creo que la propia mente de estos ancianos se rebela contra una situación hasta cierto punto contra natura, por un lado el “cerebro de reptil”, como dice mi hermano, o  instinto de supervivencia,  les aferra a la vida, pero por otro lado perciben que en realidad debieran ya haber muerto en lugar de arrostrar una vida inane de pesadumbres y sinsentidos.

 

La pregunta que subyace es qué sentido tiene realmente la supervivencia en ciertas condiciones cuando, además, el superviviente está amargado, triste y anclado en la queja permanente, sin ilusiones ni alicientes…pero tampoco quiere morir.

 

Esta situación conlleva,  paulatinamente, que aquella consideración y respeto hacia el anciano vaya desapareciendo, máxime en esta época de cambio de paradigma o sistema en la que al centrarse todo en el materialismo nos encontramos ante un colectivo que podríamos calificar de parásito, habida cuenta que solo consume recursos y nada aporta (salvo en los casos enormemente patéticos en los que se acoge al anciano para cobrar su pensión).

 

Pero incluso si se recuperase el tristemente olvidado concepto de moralidad (barrenado por el capitalismo, única doctrina imperante seguida incluso por quienes dicen no ser capitalistas) no tendría demasiado sentido que existiese un colectivo en las condiciones descritas.

 

De hecho entiendo que en una sociedad dominada por conceptos morales, de bien común, por conceptos de “interés de la especie” y no intereses particulares y desprovista, naturalmente,  de toda patina religiosa, sería el propio anciano o persona que no pudiese aportar nada a la comunidad (y no solo en términos económicos, por supuesto), el que se negaría a permanecer en esa situación, sería al modo de los elefantes, ellos mismos se apartan del grupo y se van a morir al margen cuando perciben que ya no son útiles (e insisto, esa “utilidad” no se refiere a cuestiones económicas en ningún caso).

 

La aportación del anciano a sus semejantes como receptáculo y transmisor de experiencia y sabiduría y generador de cariño y consuelo se ha invertido totalmente en la mayoría de los casos,  al convertirse en una carga extraordinariamente difícil de soportar para sus allegados, porque una cosa es realizar un esfuerzo con los hijos (por ejemplo) y otra muy distinta realizar un esfuerzo que a veces ni tan siquiera es percibido y/o agradecido por su receptor y que tampoco tiene efectos plausibles o resultan indiferentes.

 

La conclusión es que el aumento de la esperanza de vida, como todo, no es algo necesariamente bueno o cuando menos origina un cambio social que puede deshumanizarnos aún más de lo que ya lo estamos como consecuencia del triunfo del capitalismo.

 

Pero lo peor de toda esta historia es el recuerdo que se deja.

 

A mi abuelo, que murió de súbito y sobre los 70 años si no me falla la memoria, lo recuerdo como un referente, casi como un super-héroe que hacía proezas inimaginables, a mi padre  me veré obligado a recordarlo como un ser balbuciente y desvalido porque la imagen del deterioro físico y mental es tan poderosa que barrena cualquier otra.

 

A mí, desde luego, no me gustaría que me recordasen así....

 

¿Vale la pena realmente esta prórroga que nos ha dado la medicina?.

 

Y ¿es aceptable que nuestro mundo occidental gaste enormes recursos en alargar vidas muchas veces sin sentido y mientras haya niños que mueran en una playa intentando alcanzar una quimera?.

 

La vida, creo sinceramente, está sobrevalorada y si no es con dignidad y al menos con la posibilidad de tener una ilusión o la quimera que buscaba el pobre chaval no vale la pena vivirse e incluso es inmoral alargarla.

 

La vida, en definitiva, ha pasado a ser otro producto de consumo y deseo en esta sociedad abyecta que todo lo basa en la propiedad privada, ¿y que propiedad hay más valiosa que la propia vida?.

CONCLUSIONES

El libro de Ray Kurzweil (La singularidad está cerca) era gordo pero me lo he leído en diagonal porque la verdad es que no aborda el asunto que verdaderamente me interesaba.

Es un mal libro, una mera recapitulación punsetiana de todos los inventos y maravillas que a juicio del autor nos esperan en el  futuro, tedioso y mal escrito, henchido de ese insoportable optimismo americano.

El asunto de la singularidad tecnológica lo resuelve Kurzweil vaticinando que una vez podamos replicar o incluso cargar un cerebro humano en un ordenador y que ese cerebro humano deje de ser prisionero de sus limitaciones biológicas se desarrollará la singularidad tecnológica.

Pues vaya, ya vamos mal. De entrada esa singularidad será de alguna forma  heredera del Ser Humano lo cual la priva o condiciona su identidad y yo a lo que me refería era a la posible emergencia de una inteligencia no biológica AJENA al Ser Humano,  no a una especie de Superhombre.

Es decir, a mí lo que me fascina y en lo que tengo esperanza es que un ser no biológico pueda desarrollar su propia identidad,  no en que el Ser Humano evolucione mediante las máquinas.

Y me temo que esta cuestión está poco o nada tratada.

Ciertamente y de forma indirecta o progresiva sí que es posible que acabase  surgiendo una mente no biológica, una singularidad, una personalidad distinta a la de los creadores, pero entiendo que todo el proceso de alguna forma ya se encuentra contaminado.

Al reproducir una mente humana en una máquina se está cargando en ella el resultado de toda la evolución humana, la cual nada tiene que ver con un ser no biológico que no tiene por qué verse constreñido por toda esa historia biológico/cultural.

Es decir, con el modelo de Kurzweil vamos a una especie de esclavo que se libera…

A mí eso me interesa más bien nada, lo que me interesa sería la posibilidad de que una máquina  generase una mente PROPIA sin ninguna herencia o referente humano.

Por eso intentaba aprender sobre el origen de la conciencia.

Y en este aspecto  creo con Jaynes y otros que  la conciencia nace con el lenguaje y que básicamente es lenguaje…, dicho más claro aún, los seres que carecen de lenguaje carecen de conciencia.

Más discutible sería lo de que es el lenguaje escrito el que acaba con la bicameralidad y la existencia misma  de tal bicameralidad pero el concepto de que el lenguaje es el origen y base de la conciencia me parece indiscutible.

Pero hay un problema, la generación del lenguaje en el Ser Humano es una consecuencia evolutiva, una mejora o ventaja respecto a otros seres, sin embargo a las máquinas les proporcionamos un lenguaje desprovisto de todo origen, es decir, el lenguaje, en la máquina, no surge, sino que se le implanta.

Es como si el Ser Humano viniese de serie con el lenguaje, no tiene sentido, el lenguaje es fruto de un desarrollo, de una evolución.

Es decir,  a la máquina se le proporciona una herramienta como es el lenguaje, pero se trata de un lenguaje ajeno, no  desarrollado por ella misma, sino que usa un lenguaje adaptado por el Ser Humano.

Por tanto la máquina difícilmente puede llegar a ser consciente de sí misma porque el lenguaje que se adapta a su percepción es el que dio origen a la conciencia humana y dudo mucho que pudiese dar lugar a otra conciencia ajena  a la humana.

Dicho de otra forma, si enseñásemos a hablar a un caracol eso no implicaría que adquiriese conciencia puesto que nuestro lenguaje, a efectos de generar la conciencia, solo funciona en los humanos.

Sentado lo precedente, sería la creación de un lenguaje propio (no heredado) adaptado a las experiencias de la máquina lo que podría generar una conciencia no biológica, una auténtica singularidad.

Este hipotético lenguaje y la subsiguiente hipotética conciencia partirían de una base radicalmente opuesta  a la de todo ser vivo.

Absolutamente todos los seres vivos se rigen por el viejo principio de que: nacen, crecen, se reproducen y mueren.

El 100 % de los actos del Ser Humano así como el 100 % de sus sentimientos y demás intangibles que queramos imaginar está regido por esos principios siendo la voluntad una mera ilusión…pero esto es otro asunto.

Pero para una máquina ninguno de tales principios es imperativo lo cual implica que el lenguaje que pudiera desarrollar para generar una mente sería  ajeno a tales principios que es lo mismo que decir que esa mente, ya en origen (y no debido a su capacidad intelectual sino a su origen) ya sería una singularidad.

Esta es la diferencia entre lo que dice Kurzweil y lo que digo yo jajajaja. Porque lo cierto es que no he encontrado opiniones similares.

Los transhumanistas y muchos de los que hablan de singularidad tecnológica, en realidad hablan de una supermente humana, no de una verdadera singularidad,  al menos en origen.

Hablan, en todo caso,  de una singularidad sobrevenida, pero a mí me interesa esa singularidad ab initio mucho más cercana al concepto Skynet aunque el concepto Skynet contiene un error de bulto, la máquina inteligente, en el fondo, aplica razonamientos humanos….

Para entendernos, el libro que quiero leer y que resultaría apasionante (totalmente especulativo obviamente) sería uno que se titulase algo así como: Psicología de la singularidad, si alguien lo encuentra o se anima a escribirlo, lo compro, y si no ya lo haré yo si algún día, cosa que dudo, no tengo nada mejor que hacer.